TEGUCIGALPA. — En una maniobra política sin precedentes bautizada internamente como “Operación Aquí No Vive Nadie”, la presidenta Xiomara Castro ha ordenado apagar todas las luces del Centro Cívico Gubernamental y cerrar las cortinas de Casa Presidencial ante la inminente llegada de la Comisión de Transición. Según fuentes de entero crédito que susurraban desde debajo de un escritorio, la instrucción oficial es mantener silencio absoluto, apagar los aires acondicionados para no generar ruido y tirarse al suelo si alguien toca el timbre o grita “¡buenas!”.
“La Refundación no puede detenerse por formalismos burgueses como la entrega de llaves o el cambio de gobierno”, declaró un asesor presidencial en voz muy baja, mientras vigilaba la entrada principal con unos binoculares tácticos. “Si no les abrimos la puerta, técnicamente no pueden tomar posesión, y por ende, el mandato se extiende automáticamente por usucapión administrativa. Estamos defendiendo la soberanía haciéndonos los dormidos”.
El momento más tenso de la jornada ocurrió a mediodía, cuando un motorista de mandaditos llegó al portón con tres órdenes de pollo chuco y cinco baleadas con todo para el Consejo de Ministros. Ningún funcionario quiso salir a pagar los 450 lempiras por miedo a que el repartidor fuera en realidad un notario disfrazado con el acta de traspaso bajo el brazo. Al cierre de esta edición, el gabinete observaba con hambre y resignación, a través de una persiana medio abierta, cómo los guardias de seguridad se repartían el almuerzo mientras discutían si el próximo gobierno por fin les arreglaría el techo de la caseta.
