TEGUCIGALPA. — En un giro inesperado para la democracia pero totalmente predecible para la psiquiatría moderna, la dirigencia de Libre ha ordenado detener cualquier proceso de transición alegando que el domingo electoral “técnicamente nunca sucedió”. Según el comunicado oficial, los millones de hondureños que acudieron a las urnas fueron víctimas de una alucinación colectiva inducida por ondas 5G enviadas directamente desde el tupé de Donald Trump para sabotear el socialismo democrático, haciendo creer a la población que el mandato de cuatro años tiene fecha de caducidad.
Para asegurar que ningún funcionario caiga en la “trampa neoliberal” de abandonar sus puestos, Moncada ha prohibido terminantemente el ingreso de cajas de cartón, maletas o bolsas de supermercado a los ministerios. Las instrucciones son claras: en lugar de empacar, los ministros deben traer más muebles de sus casas para demostrar arraigo. La orden incluye soldar las sillas ergonómicas al suelo y cambiar las cerraduras por sistemas de reconocimiento de voz que solo respondan a consignas revolucionarias.
“Lo que el pueblo vio no eran papeletas, eran hologramas cuánticos diseñados en Florida. Yo misma sentí la presencia espiritual de Trump y Elon Musk moviendo mi mano”, sentenció Moncada con la mirada fija en un punto inexistente de la pared. “No vamos a entregar el poder a una realidad fáctica manipulada por el imperio. La alternabilidad en el poder es un fetiche burgués; aquí nos quedamos hasta que la NASA confirme que no estamos viviendo en una simulación de la Matrix financiada por la embajada”.
La situación escaló dramáticamente en el Centro Cívico Gubernamental, donde varios directores de instituciones fueron vistos tragándose las llaves de sus despachos y sellando las cerraduras con Poxipol. El caos culminó cuando un alto funcionario de la ENEE amenazó con cortar la luz en todo el hemisferio occidental si alguien intentaba quitarle su camioneta Prado, declarando su escritorio como “territorio autónomo libre de injerencia extranjera”.
